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Contada a Jayeeta Ganguly (Nombres modificados para proteger las identidades)
"Nuestras casas están a apenas cuatro-cinco kilómetros, pero hemos tardado 14-15 años en recorrer esa distancia y encontrarnos...".
Maya y Meera comenzaron su historia con esta revelación.
Maya, introvertida y creativa, fue la primera en hablar.
Una larga pesadilla
"Nací en una familia hindú profundamente religiosa y ortodoxa del este de la India, y tuve que luchar para completar mi educación de la clase XII. Tenía 18 años cuando me casé. Mis suegros ultraconservadores me permitieron completar mi graduación, pero en un colegio sólo para chicas, según sus innumerables reglas arcaicas. Durante los primeros nueve años de mi matrimonio, no hubo ninguna relación -física o de otro tipo-.entre mi marido y yo. Y entonces una pesadilla penetró en mi mundo cuando mi marido me violó, dos veces -en dos noches consecutivas- y luego me ignoró como a un guiñapo. Nueve meses después, di a luz a mi hija".
"El desastre final llegó cuando descubrí que mi marido era gay. Empezó a traer a sus 'novios' a casa y yo tenía que cocinar para ellos. Una noche, mi paciencia acabó por agotarse y exigí respuestas. Los golpes de mi marido me dejaron confinada en una cama durante los seis meses siguientes". Con una fuerza increíble, Maya consiguió el divorcio y empezó a dar clases particulares y a coser para mantenerse a sí misma y a su hijo.
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Después de un rato, Meera, la extrovertida del dúo, contó su historia.
"Al igual que Maya, yo también procedo de una familia hindú ortodoxa. Mi primera experiencia de 'estar con una mujer' fue cuando estaba en la clase VII. No es que entonces conociera mi orientación, pero esta relación significó mucho para mí. Al terminar la escuela, entré en la universidad y salí con chicos. Pero no tardé en comprender que el cuerpo de los hombres nunca me atrajo como el de una mujer".
Y se conocieron de la forma más discreta, en la universidad.
Sin apenas interacción, sólo sabían que tenían algo en común: su fe en el mismo poder divino.
Después de graduarse, tomaron caminos separados y ése debería haber sido el final de su historia, pero no fue así.
Corte a 2013.
Un encuentro accidental
Meera había salido a probar su scooter cuando se vio obligada a frenar bruscamente por culpa de alguien en la carretera. Ese alguien resultó ser Maya, cuya oficina estaba en el mismo carril. Intercambiaron números de teléfono y empezaron a ser presencias constantes en la vida de la otra, a través de desamores o problemas familiares. La actitud sin prejuicios de Maya hacia su orientación también significó mucho para Meera.
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Durante una fase problemática con su hija, Maya le pidió a Meera que se fuera de vacaciones con ella, lo que supuso un punto de inflexión en sus vidas: "Oía a Maya cantar canciones devocionales todas las mañanas y su meliflua voz me hipnotizaba. Perdí mi alma por ella y me encontré queriendo protegerla toda mi vida", dice Meera con rotundidad.
Durante el viaje, descubrí que las dos dejamos que nuestras lágrimas hablaran cuando adoramos al señor divino. A pesar de su dura apariencia, en Meera había una niña que ansiaba el amor verdadero", cuenta.
Su amistad se hizo más fuerte, hasta que Meera finalmente decidió proponerle matrimonio: "No podía esperar más. Vimos Cóctel y después de que terminara, le dije si se había fijado en cómo Gautam (Saif Ali Khan) sentaba la cabeza con la espiritual Meera (Diana Penty) y entonces le pregunté: '¿Me entiendes?'", proclama Meera.
El pasado no importa
Dado mi doloroso pasado, mi corazón se había endurecido contra los hombres. Meera me permitió ver la vida bajo una nueva luz. No importaba que fuéramos, y sigamos siendo, tan diferentes como paneer y pollo -utilizo esta metáfora porque yo soy vegetariano puro y Meera es una no vegetariana empedernida".
"Todo lo que sabía era que había una conexión y, por primera vez en mi vida, tomé una decisión por voluntad propia. Dije 'Sí'", anuncia Maya.
Ver también: Amor sin futuro, pero no importaPero tenía una condición: "Tenía que ganarme el consentimiento de su hija adolescente, y lo conseguí. Este Día del Padre recibí un conmovedor mensaje de nuestra hija", añade Meera, con un brillo en los ojos.
Maya y Meera llevan tres años juntas, pero lamentan no poder vivir juntas, no todavía: "Nuestras madres han aceptado milagrosamente nuestra relación, pero tenemos que pensar en nuestras familias y en la sociedad en general. Pero ¡cómo nos gustaría vivir en un mundo en el que las parejas no se vieran obligadas a doblegarse ante la presión social y perdieran esa única oportunidad de ser amadas de verdad!Al fin y al cabo, sólo se vive una vez, y cada uno debe poder vivir la vida como quiera", declaran Maya y Meera antes de despedirse de mí.
Los he oído. Estoy de acuerdo con ellos. ¿Y tú? //www.bonobology.com/a-traditional-south-indian-engagement-a-modern-lgbt-couple/
Mi marido casi me doblaba la edad y me violaba todas las noches.
Prefiero estar solo que tratar con alguien que me hará daño
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